miércoles, 18 de septiembre de 2013

LoS gUiSaNtEs De MeNdEl

Para comenzar esta historia, vamos a mirar hacia el pasado, a 1865, en esa misma ciudad de Brno (que entonces se llamaba Brünn y pertenecía a Austria).
Gregor Mendel pasea por el jardín del monasterio donde vive y trabaja, observando con atención las plantas de guisante (Pisum sativum) que ha cultivado en él y tomando notas sobre ellas. Durante varios años, esa pequeña plantación ha sido su experimento.
Mendel hace poco que ha presentado ante la Sociedad de Ciencias Naturales de Brno los resultados de sus experimentos, que han tenido una buena acogida. En ellos describe el modo en que los caracteres pasan de padres a hijos. Ha empleado mucho tiempo en esa investigación. Y muchas plantas, trabajo y cuidados. Y, sobre todo, muchas matemáticas.
Primero tuvo que seleccionar cuidadosamente cepas puras para, con ellas, llevar a cabo una serie de cruzamientos, clasificar y contar la descendencia de estos, y calcular con estos datos cómo funciona la herencia de los caracteres.
De sus cálculos, Mendel dedujo sus famosas tres leyes que, esquemáticamente, consisten en lo siguiente:
  1. Cuando se cruzan individuos de razas puras para un caracter, todos los descendientes de la primera generación son iguales.
  2. Al cruzar los individuos de la segunda generación, los caracteres de los progenitores se muestran segun la relacción 3:1.
  3. Los caracteres hereditarios se transmiten independientemente unos de otros.
Las leyes de Mendel representaban la culminación a un debate de siglos: ¿Los rasgos hereditarios se "diluyen" a través de las generaciones? ¿Los de los padres se mezclan en los hijos? ¿Podían permanecer oculto un rasgo durante varias generaciones y luego aparecer de nuevo?
Mendel daba respuesta a estas preguntas y, de paso, ponía la que sería la primera piedra de la moderna genética.

Mendel chocó con la incomprensión de su época ya nadie le hizo caso: Un modesto fraile de Brno no era digno de codearse con la élite científica mundial, y sus experimentos y conclusiones fueron condenadas al olvido. Fué un adelantado a su época, pagó por ello con el olvido, y murió siendo un desconocido.
Hasta que, en 1900, los científicos Hugo de Vries, Carl Correns y Eric von Tschermak "redescubrieron" las leyes y, buscando entre la biografía publicada, encontraron el olvidado artículo de Mendel.

Esto me recuerda a los inigualables "Les Luthiers", cuando cuentan la historia de Don Rodrigo Diaz de Carrera, que fundó Caracas...
En pleno centro de Caracas.
"¡Que ya estaba fundada!"

Con proverbial caballerosidad científica, Vries, Correns y Tschermak admitieron la prioridad del difunto monje, que fué rescatado así del anonimato.
La verdad es que la historia tiene "gancho". Al fín y al cabo, los hombres somos unos románticos, y la leyenda del genio incomprendido a quién ningunean los "sabios", muerto en el anonimato para resurgir plenamente reconocido posteriormente, es una tentación demasiado fuerte. Supongo que, por eso, todas las versones tradicionales de este mito van más o menos en esa línea.


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